La Albiceleste consiguió la gloria máxima tras el triunfo por penales ante Francia en el Lusail Stadium, luego de igualar 3-3 en los 120 minutos. Jugó un enorme partido hasta el descuento de Mbappé y no mereció sufrir.
El fútbol hizo justicia. La Argentina hizo justicia por botines propios. Lionel Messi tiene la foto que mereció toda su brillante carrera: con la casaca albiceleste y la Copa del Mundo en sus manos. La Selección se impuso 4-2 por penales ante Francia (tras igualar 3-3 en los 120 minutos) en el estadio Lusail y se consagró campeón del Mundial de Qatar 2022. A los 35 años, en el quinto intento del capitán (autor de dos goles; el restante de Di María), la pared se rompió.
Difícilmente se haya visto mayor diferencia conceptual entre dos equipos en una final del mundo como la que se advirtió en el primer tiempo entre Argentina y Francia. Gracias a Messi, de penal, tras una infracción de Dembelé a Di María, y al propio Fideo, luego de una jugada colectiva de excelencia, la Selección tomó ventaja. Tanto fue así que Deschamps realizó dos cambios antes del primer tiempo. En la segunda parte, después del enorme desgaste del primer tiempo, llegó el tiempo de resistir. Pero sin la necesidad de que los 10 jugadores se sujetaran al travesaño rodeando a Dibu Martínez. Scaloni definió el ingreso de Acuña por Fideo superstar para obturar caminos. De Paul con su manejo de los tiempos, haciendo lo que había que hacer en cada acción, más el manejo de Mac Allister y Fernández, más las perlitas de Messi, hasta supieron arrancarles algunos “ole” a las tribunas.
El Messi más maradoniano de todos se hizo presente en Qatar y aún había más. Los europeos consiguieron el agónico empate con dos tantos de Wout Weghorst, un delantero que quedará por siempre recordado por ser el “bobo” al que Messi se refirió post-partido. Pero aún había tiempo para eso, porque antes apareció el héroe de los guantes. Dibu Martínez, de deslucida actuación en el Mundial hasta ese momento, fue clave en la definición por penales en la que se definió el boleto a semis.
Desde aquel “mirá que te como” contra Colombia en la Copa América 2020 que el público sabía que tenía una garantía en el arco en una definición así, pero había que demostrarlo. El guardameta del Aston Villa tapó los dos primeros disparos. Sus víctimas fueron Virgil van Dijk ySteven Berghuis. Eso le dio a la Argentina el margen de error necesario para no sufrir con el fallo de Enzo Fernández, que buscó esquinar su tiro, y para festejar con la conversión final de Lautaro Martínez.
Ahora sí. “Qué mirás bobo. Anda pa’ alla”, le dijo Messi a Weghorst en una frase que ya es remera, bandera, taza y hasta tatuaje. Messi se sacó. Fue a buscar a Van Gaal, le gritó que no hablara antes de los partidos, le negó el saludo al futbolista neerlandés que durante el partido lo había insultado y de fondo Dibu Martínez le espetaba un “I fuck you twice” (”Te cogí dos veces”) al técnico naranja, que había anticipado en la previa que en la definición por penales los europeos contaban con una ventaja. Otro error.
El abrazo de Dibu Martínez y Dybala. Uno atajó el remate de Coman y «asustó» a Tchouameni en otra ejecución. El hombre de la Roma entró para mandar a la red su tiro (REUTERS/Peter Cziborra)
Argentina se sumaba a Croacia y al día siguiente aparecieron Francia y Marruecos. Solo cuatro. Después de tanto, la Albiceleste era oficialmente una de las mejores cuatro selecciones del planeta y estaba a dos partidos de la gloria máxima. Antes, debía medirse contra el equipo comandado por Luka Modric, que en 2018 se había impuesto 3-0 en la fase de grupos y había clavado uno de los puñales más dolorosos en la historia reciente del seleccionado sudamericano.
Para este partido la Argentina ofreció una gran perfomance. El resultado fue 3-0, con un gol de Messi y dos de Julián, héroe de la noche qatarí. Otamendi se consagró como el mejor defensor central del torneo, por si hasta ese momento aún quedaban dudas, Enzo Fernández se adueñó del mediocampo y la Selección alcanzó la gran final para mantener esa racha histórica y vigente de nunca haber perdido en semis. Después de ocho años de Brasil 2014, La Pulga tenía su tan ansiada -y por momentos inimaginable- revancha.
Y el sufrimiento se estiró hasta los penales. Aunque Argentina hubiera merecido la gloria antes, incluso en los 90. Sirvió para que la descarga de emoción fuera aún mayor. Para que Messi, Di María, Dibu Martínez y Scaloni rompieran en lágrimas. Para que Argentina quebrara los 36 años de sequía. Llegó la tercera. La que ganó Maradona. La que disfrutan Messi y toda la Argentina.